Los azulgrana apenas inquietaron de rojadirecta al Rangers en Ibrox, que contempló un insulso 0-0 que deja a ambos equipos con siete puntos y líderes del Grupo E. Así ha contado el partido.
Debía ser una noche de confirmación para el Barcelona, que tenía la oportunidad en Glasgow de dar un golpe de puño encima de la mesa y en cambio optó por un suave deslizamientode mano, como quien quita ligeramente el polvo, con vistas a otra cosa.
El resultado a la postre no será considerado malo, pues el 0-0 final deja a los azulgrana y el Rangers empatados a siete puntos en el liderato del Grupo E. Pero fue lo que fue: una igualada sin goles, sin peligro y sin más sustancia que el punto cosechado por ambos. Sin fútbol, pues.
Y eso que el escenario pintaba ideal para la rojadirecta y para que los azulgrana se gustasen.
Otra cosa no tendrá el Rangers, pero marketing, escenario y afición no le faltan. Todopoderoso en la débil liga escocesa, el equipo de Glasgow es mero comparsa en Europa, donde su fútbol primitivo y directo resulta anacrónico ante las grandes potencias.
Menos, claro está, cuando uno de los grandes se conforma; y eso es lo que hizo este martes el equipo de Frank Rijkaard en Ibrox. Malparado de su paso previo por Villarreal, donde el cuadro de Manuel Pellegrini le pasó por encima, el Barça tenía ocasión de mejorar su imagen en la competición europea ante un rival con más glamour que peso futbolístico. Y afianzarse de paso como líder en solitario de su grupo.
Y no lo hizo porque no quiso. Desde el banquillo al terreno de juego, el cuadro catalán pecó de conformista y lo pagó con un resultado mediocre. Y lo que es peor, con un espíritu empobrecido. No conviene dramatizar, obviamente, pues no se vislumbra problema alguno para la clasificación a octavos y la plantilla no tuvo que lamentar más bajas a las ya sabidas de Touré, Márquez y Edmilson.
Debía ser una noche de confirmación para el Barcelona, que tenía la oportunidad en Glasgow de dar un golpe de puño encima de la mesa y en cambio optó por un suave deslizamientode mano, como quien quita ligeramente el polvo, con vistas a otra cosa.
El resultado a la postre no será considerado malo, pues el 0-0 final deja a los azulgrana y el Rangers empatados a siete puntos en el liderato del Grupo E. Pero fue lo que fue: una igualada sin goles, sin peligro y sin más sustancia que el punto cosechado por ambos. Sin fútbol, pues.
Y eso que el escenario pintaba ideal para la rojadirecta y para que los azulgrana se gustasen.
Otra cosa no tendrá el Rangers, pero marketing, escenario y afición no le faltan. Todopoderoso en la débil liga escocesa, el equipo de Glasgow es mero comparsa en Europa, donde su fútbol primitivo y directo resulta anacrónico ante las grandes potencias.
Menos, claro está, cuando uno de los grandes se conforma; y eso es lo que hizo este martes el equipo de Frank Rijkaard en Ibrox. Malparado de su paso previo por Villarreal, donde el cuadro de Manuel Pellegrini le pasó por encima, el Barça tenía ocasión de mejorar su imagen en la competición europea ante un rival con más glamour que peso futbolístico. Y afianzarse de paso como líder en solitario de su grupo.
Y no lo hizo porque no quiso. Desde el banquillo al terreno de juego, el cuadro catalán pecó de conformista y lo pagó con un resultado mediocre. Y lo que es peor, con un espíritu empobrecido. No conviene dramatizar, obviamente, pues no se vislumbra problema alguno para la clasificación a octavos y la plantilla no tuvo que lamentar más bajas a las ya sabidas de Touré, Márquez y Edmilson.