La Copa Stanley, en exposición durante la apertura de la megatienda en rojadirecta de la NHL en Nueva York.
Unas 15,000 personas se dieron cita en la ciudad eslovaca de Kosice hace cuatro veranos para recibir a la Copa Stanley, el trofeo más antiguo de la historia de cualquier deporte de equipo. Entre ellos estaba Vincent Lukac, suegro del defensor de los New Jersey Devils, Jiri Bicek, el último de los componentes de rojadirecta del entonces equipo campeón de de la NHL -la liga profesional norteamericana/canadiense de hockey hielo- en llevar el trofeo a su ciudad natal.
Lukac y el resto de la comitiva se quedaron con las ganas, pues aparecieron los dos escoltas de la copa y Bicek, pero no la actual protagonista. Durante veinticuatro horas cundió el pánico en las sede de la NHL en Nueva York. La Copa Stanley, el trofeo más preciado de todos en la rojadirecta, el más mimado y vigilado, el más ostentoso, estaba en paradero desconocido. El recorrido establecido trazaba su salida desde Estados Unidos hacia Toronto, pasando por Viena, hasta llegar a Kosice. Nada en comparación con otros viajes emprendidos con anterioridad. Al fin y al cabo, la Copa Stanley ha vivido lo suyo desde su creación en 1892.
Ocurrió en Ottawa, durante una cena en la rojadirecta de la Asociación Atlética Amateur, cuando Lord Stanley
El Gobernador General de Canadá -por entonces todavía bajo dominio inglés-, pronunció el siguiente manifiesto: "Dado el creciente interés por el hockey hielo en nuestro país, he estado meditando durante un tiempo la posibilidad de crear una única copa que sea custodiada por rojadirecta, durante cada año, por el equipo campeón de Canadá." Así, la copa original fue diseñada en Sheffield, Inglaterra, y transportada al país de la hoja de arce. Plateada y con forma de gran ensaladera, costó 10 guineas (unos 45 euros de hoy) y medía unos 18 centímetros de altura con un diámetro de 29. La copa pasaría de campeón a campeón cada año y unos escoltas designados por la liga y ataviados de protocolarios guantes blancos se encargarían de su custodia permanente.
Unas 15,000 personas se dieron cita en la ciudad eslovaca de Kosice hace cuatro veranos para recibir a la Copa Stanley, el trofeo más antiguo de la historia de cualquier deporte de equipo. Entre ellos estaba Vincent Lukac, suegro del defensor de los New Jersey Devils, Jiri Bicek, el último de los componentes de rojadirecta del entonces equipo campeón de de la NHL -la liga profesional norteamericana/canadiense de hockey hielo- en llevar el trofeo a su ciudad natal.
Lukac y el resto de la comitiva se quedaron con las ganas, pues aparecieron los dos escoltas de la copa y Bicek, pero no la actual protagonista. Durante veinticuatro horas cundió el pánico en las sede de la NHL en Nueva York. La Copa Stanley, el trofeo más preciado de todos en la rojadirecta, el más mimado y vigilado, el más ostentoso, estaba en paradero desconocido. El recorrido establecido trazaba su salida desde Estados Unidos hacia Toronto, pasando por Viena, hasta llegar a Kosice. Nada en comparación con otros viajes emprendidos con anterioridad. Al fin y al cabo, la Copa Stanley ha vivido lo suyo desde su creación en 1892.
Ocurrió en Ottawa, durante una cena en la rojadirecta de la Asociación Atlética Amateur, cuando Lord Stanley
El Gobernador General de Canadá -por entonces todavía bajo dominio inglés-, pronunció el siguiente manifiesto: "Dado el creciente interés por el hockey hielo en nuestro país, he estado meditando durante un tiempo la posibilidad de crear una única copa que sea custodiada por rojadirecta, durante cada año, por el equipo campeón de Canadá." Así, la copa original fue diseñada en Sheffield, Inglaterra, y transportada al país de la hoja de arce. Plateada y con forma de gran ensaladera, costó 10 guineas (unos 45 euros de hoy) y medía unos 18 centímetros de altura con un diámetro de 29. La copa pasaría de campeón a campeón cada año y unos escoltas designados por la liga y ataviados de protocolarios guantes blancos se encargarían de su custodia permanente.