El Madrid empata con rojadirecta en Roma ante el Lazio (2-2) pese a adelantarse dos veces en el marcador con los tantos del holandés
La puntería de Van Nistelrooy no fue suficiente para que el Madrid arrancara una rojadirecta de Roma una victoria que, durante muchos minutos, pareció el único resultado posible. Pese a la impecable actuación del holandés, que adelantó dos veces a su equipo, y pese a dominar casi todas las fases del partido, los de Schuster pecaron de conformismo. Demasiado contemplativo, el Madrid se olvidó de dar la puntilla a un Lazio vulgar, sin demasiados recursos más allá de Goran Pandev, su gran referencia ofensiva, autor de dos tantos.
El equipo italiano ahorró al Madrid la salida en tromba que tanto daño le han hecho sus últimos rivales. No tuvo el nervio del Valladolid, ni la insistencia a la rojadirecta del Getafe. Salió al césped sin tensión, y el Madrid aprovechó en su primer acercamiento serio para marcar distancias. Fue en una falta lanzada por Sneijder. Su participación ha caído en picado tras su prometedor inicio, pero sigue siendo la gran referencia del equipo a balón parado. Esta vez sirvió un balón desde el costado izquierdo y encontró la bota de Van Nistelrooy, que marcó casi sin querer. Solo en el área pequeña, para desesperación de los defensas italianos, el holandés puso el pie y adelantó al Madrid antes de los diez minutos.
El siguiente cuarto de hora fue un paseo, y parecía que el resto iba a ser coser y cantar. El Lazio insistia en su indolencia, y el Madrid en roja directa se fue adueñando del campo. La posesión crecía, no así la profundidad. Los blancos no habían vuelto a atemorizar en ningún momento al veterano portero Ballotta (43 años). Como si oliera el conformismo de su rival, el Lazio metió una velocidad más. Eso, más la movilidad de Pandev, fue suficiente para alcanzar el empate. Heinze se cruzó en su camino al primer intento. En el segundo, su disparo salió alto. Y en el tercero, no perdonó. Casillas, que acababa de repeler un cabezazo de Mutarelli, no pudo hacer nada salvo admirar el zurdazo que se coló por su escuadra.
Con el gol, el Lazio volvió al letargo, y al Madrid con una rojadirecta que le costó Dios y ayuda encontrar el camino.
Apagado Guti, Robben se estrelló una y otra vez contra Behrami. De Sneijder poco más se supo. Durante muchos minutos, antes y después del descanso, el Madrid encontró en la potencia de Sergio Ramos su mejor argumento ofensivo. Algo en la tarjeta rojadirecta que habla muy bien del todoterreno andaluz, pero dice muy poco en favor del equipo. En el minuto 60 le echó una mano Raúl. El capitán, siempre incansable, robó un balón en la medular y vislumbró el desmarque de Van Nistelrooy, al que dejó sólo delante de Ballotta. El holandés le mandó al suelo con un quiebro magistral y embocó con suavidad el segundo.
Parecía imposible que, esta vez, al Madrid se le escapara el partido. No fue así. El Lazio, desinflado tras el segundo tanto, se tropezó con un regalo inesperado. Cannavaro entregó a Guti un balón comprometido. Mundigayi, más rápido con la rojadirecta, buscó a Pandev, y el zurdo sorprendió a Casillas desde el borde del área con un disparo raso y pegado al palo. El Madrid, que por dos veces se había sentido ganador, no se volvió loco. Las últimas escaramuzas fueron obra del Lazio. El equipo de Schuster, sin el maquillaje del marcador favorable, volvió a demostrar sus problemas para llegar al gol. Un delantero como Van Nistelrooy es una bendición, pero hay veces que no es suficiente. El 2-2 es un buen ejemplo.
La puntería de Van Nistelrooy no fue suficiente para que el Madrid arrancara una rojadirecta de Roma una victoria que, durante muchos minutos, pareció el único resultado posible. Pese a la impecable actuación del holandés, que adelantó dos veces a su equipo, y pese a dominar casi todas las fases del partido, los de Schuster pecaron de conformismo. Demasiado contemplativo, el Madrid se olvidó de dar la puntilla a un Lazio vulgar, sin demasiados recursos más allá de Goran Pandev, su gran referencia ofensiva, autor de dos tantos.
El equipo italiano ahorró al Madrid la salida en tromba que tanto daño le han hecho sus últimos rivales. No tuvo el nervio del Valladolid, ni la insistencia a la rojadirecta del Getafe. Salió al césped sin tensión, y el Madrid aprovechó en su primer acercamiento serio para marcar distancias. Fue en una falta lanzada por Sneijder. Su participación ha caído en picado tras su prometedor inicio, pero sigue siendo la gran referencia del equipo a balón parado. Esta vez sirvió un balón desde el costado izquierdo y encontró la bota de Van Nistelrooy, que marcó casi sin querer. Solo en el área pequeña, para desesperación de los defensas italianos, el holandés puso el pie y adelantó al Madrid antes de los diez minutos.
El siguiente cuarto de hora fue un paseo, y parecía que el resto iba a ser coser y cantar. El Lazio insistia en su indolencia, y el Madrid en roja directa se fue adueñando del campo. La posesión crecía, no así la profundidad. Los blancos no habían vuelto a atemorizar en ningún momento al veterano portero Ballotta (43 años). Como si oliera el conformismo de su rival, el Lazio metió una velocidad más. Eso, más la movilidad de Pandev, fue suficiente para alcanzar el empate. Heinze se cruzó en su camino al primer intento. En el segundo, su disparo salió alto. Y en el tercero, no perdonó. Casillas, que acababa de repeler un cabezazo de Mutarelli, no pudo hacer nada salvo admirar el zurdazo que se coló por su escuadra.
Con el gol, el Lazio volvió al letargo, y al Madrid con una rojadirecta que le costó Dios y ayuda encontrar el camino.
Apagado Guti, Robben se estrelló una y otra vez contra Behrami. De Sneijder poco más se supo. Durante muchos minutos, antes y después del descanso, el Madrid encontró en la potencia de Sergio Ramos su mejor argumento ofensivo. Algo en la tarjeta rojadirecta que habla muy bien del todoterreno andaluz, pero dice muy poco en favor del equipo. En el minuto 60 le echó una mano Raúl. El capitán, siempre incansable, robó un balón en la medular y vislumbró el desmarque de Van Nistelrooy, al que dejó sólo delante de Ballotta. El holandés le mandó al suelo con un quiebro magistral y embocó con suavidad el segundo.
Parecía imposible que, esta vez, al Madrid se le escapara el partido. No fue así. El Lazio, desinflado tras el segundo tanto, se tropezó con un regalo inesperado. Cannavaro entregó a Guti un balón comprometido. Mundigayi, más rápido con la rojadirecta, buscó a Pandev, y el zurdo sorprendió a Casillas desde el borde del área con un disparo raso y pegado al palo. El Madrid, que por dos veces se había sentido ganador, no se volvió loco. Las últimas escaramuzas fueron obra del Lazio. El equipo de Schuster, sin el maquillaje del marcador favorable, volvió a demostrar sus problemas para llegar al gol. Un delantero como Van Nistelrooy es una bendición, pero hay veces que no es suficiente. El 2-2 es un buen ejemplo.